Yo puedo chuparme el dedo, preguntar por qué llueve, pedir un caramelo. Yo puedo subirme a la silla para indagar más arriba de mi nariz. Me cuesta pedir permiso para ir a un carrete y preguntar por qué tengo que ir al colegio. Me cuesta ser escuchado. No puedo memorizar las capitales del mundo. No puedo agradar a mis padres. No puedo salir a explorar el mundo, y así vamos de más a menos. Empezamos atreviéndonos, mas terminamos enclaustrándonos en el estrecho mundo del “NO PUEDO”.
Me gusta preguntar. Intento crear. Quiero saber más.