CREACION  
REPORTAJE VIRTUAL: COMICS E INNOVACION
SAM SPADE investiga el mundo de los comics

¿ Noveno Arte o arte menor ? Los laberintos de un lenguaje que mezcla texto e imágenes y cuya influencia desborda hacia el cine, la pintura, el diseño, la moda y la música.


Teresa Vial y Gilberto Villarroel

Era una de esas aburridas mañanas de abril en Poison City, cuando un sujeto delgado, de pelo largo y con aire conspirativo entró a mi oficina.

- Me llamo Walder. Paul Walder dijo. Soy editor de la revista Correo de la Innovación. Sé que nos conoce: he visto algunos ejemplares en la sala de espera. Queremos encargarle una misión, señor Spade.

- Puede llamarme Sam,-- le respondí, mientras notaba divertido su desconcierto cuando descubrió que mis cejas de demonio rubio nada tenían que ver con la cara de Bogart que John Huston me puso en el cine.

- Es un trabajo urgente, contra reloj.

- Siempre dicen eso... - Necesito que averigüe todo sobre los comics.

- Querrá decir historietas.

- Tebeos españoles, strips americanos, bande dessinée francesa, fumetti italiano, manga japonés... Es lo mismo. Necesito saberlo todo, especialmente su aporte a la innovación y la manera en que han contaminado otras manifestaciones artísticas y culturales. Quiero un reporte de 20 mil caracteres, en total, para el próximo viernes. ¿ Lo hará ? - Un momento. Aclaremos una cosa. ¿Cuánto? Tomó una libreta de apuntes, escribió una cifra en una hoja, la arrancó y la dejó encima de mi escritorio.

- ¿Está loco, amigo? Es mucho trabajo.

- Me han dicho que usted es el mejor, Spade. Y que tiene buen corazón.

- Se lo debe haber contado Efie, mi secretaria. Esta mañana me dio el café frío y aún no la despido.

- Confío en usted, Sam. Lo espero el viernes, en esta dirección.

- OK. Pero consiga otra página o las ilustraciones quedarán como estampillas.

Es muy poco espacio.

Popular y elitista

Pasé el resto de la jornada revisando toda la bibliografía que Efie pudo conseguir.

¿Creerían ustedes que existe un diccionario Larousse del comic con más de 300 páginas de personajes y autores? Lo escribieron Patrick Gaumer y Claude Moliterni.

Intento precisar los puntos claves. El comic, ese híbrido narrativo que mezcla texto e imágenes, se desarrolló a fines del siglo pasado en Estados Unidos, cuando las tiras publicadas por la prensa eran, en su mayoría, cómicas. Pero hoy en día el nombre denota un fenómeno de ámbito mundial, que estuvo relegado mucho tiempo a la categoría de subcultura hasta ser considerado ahora, por algunos, como el Noveno Arte.

Pienso en los frisos egipcios, con secuencias propias de los story-boards cinematográficos, y en los vitrales de las catedrales góticas, que ponían las ilustraciones de la Biblia al alcance de los analfabetos. Y decido que no me tragaré fácilmente esta rígida división histórica establecida por los eruditos, que prácticamente no reconoce influencias hasta la aparición del Yellow Kid en 1895, tira comica que, de paso, nos trajo el concepto de prensa amarilla, derivado del color del suéter que usaba el chico en los dibujos. Sigo leyendo.

Sus características son, para Gaumer y Moliterni, tan amplias como lo es actualmente el concepto: Puede ser, al mismo tiempo, honesto y subversivo, didáctico y entretenido, realista y onírico, edificante y pícaro, clásico y moderno, popular y elitista.

Eco y Superman

Provisto de dos cajetillas de Lucky Strike me recosté en el sofá de la oficina y devoré una vez más Apocalípticos e Integrados, de Umberto Eco. Este semiólogo y escritor italiano, después de leer las historietas del piloto Steve Canyon un perfecto héroe americano que luchaba contra los japoneses durante la Segunda Guerra Mundial llegó a una definición rotunda: La lectura de Steve Canyon nos ha enfrentado con la existencia de un género literario autónomo, dotado de elementos estructurales propios, de una técnica comunicativa original, fundada en la existencia de un código compartido por los lectores y al cual el autor se remite para articular, según leyes formativas inéditas, un mensaje que se dirige simultáneamente a la inteligencia, la imaginación y el gusto de los propios lectores.

Eco, de entrada, establece paralelos entre el comic y formas artísticas más establecidas, como la pintura.

Así, él es capaz de ver coincidencias entre obras como El Dinamismo de Futbolista, del pintor futurista Boccioni, y la forma en que aparecen los superhéroes en las historietas, cuyo paso supersónico se indica con una especie de trazo horizontal, como una imagen que pasa velozmente ante un objeto fotográfico inmóvil.

Recordé de inmediato al grandote de Metrópolis. Es un pájaro. Es un avión. No... ¡Es Superman! Volví a sorprenderme con los puntos de vista de Eco sobre el alienígena nacido en el planeta Krypton y adoptado por una pareja de granjeros de Kansas, el héroe que bajo el sol amarillo de la Tierra desarrolló superpoderes.

Decidí llamarlo a Superman, no a Eco a Metrópolis. Pedí cobro revertido (Supie es un filántropo y pensé que no le molestaría). Respondió una contestadora telefónica. El mensaje decía que estaba de luna de miel en Hawai, con Lois Lane.

Varios mal hablados me han dicho que el matrimonio fue un truco de marketing para subir las ventas de revistas en Estados Unidos. Algo así como la pelea contra Doomsday, otro truco publicitario que hizo agotarse el especial titulado La muerte de Superman, sólo para que éste resucitara algunos números más tarde, esta vez con el pelo más largo, un traje más oscuro y como un autoproclamado admirador de Van Halen, para satisfacer las rockeras exigencias del público adolescente.

No está mal para un tipo nacido en 1938 que, después de aporrear japoneses y alemanes durante toda la Segunda Guerra Mundial, ha terminado enfrentándose en los 90 con otros enemigos políticamente correctos, como el últimamente venido a menos Alien. Dejé un escueto mensaje en la grabadora y colgué. Feliz luna de miel, Clark.

La tiranía del guión: comics y cine

Durante una semana me dedico a espiar a Juan Andrés Salfate, un joven periodista especializado en cine ... y comics. Un día lo encuentro en la sala de maquillaje del Canal 2 Rock & Pop y, aprovechando que no puede moverse, lo interrogo.

Comparando ambos mundos, considera que el lenguaje del comic no ha evolucionado tan rápido como el del cine. Mientras las películas pasaron de ser un registro de la realidad a hablar incluso sobre sí mismas Tarantino y sus alusiones cinéfilas y televisivas son un buen ejemplo, el comic, me dice Salfate mientras lo rodea la maquilladora, ha ido más lento. Según él, casi ha llegado a su tope y eso explicaría que siga siendo, para los más escépticos, un arte menor.

El comic también reproduce movimientos, pero necesita lectores preparados, capaces de leer los globitos de las viñetas como mínimo. Las historietas aún requieren un guión como punto de partida. Directores de cine como Federico Fellini, en cambio, se atrevían a lanzarse de la mano de sus propias intuiciones.

Hacer una historieta es más barato que filmar: ahí están como prueba los fanzines, pequeñas revistas autoeditadas, fotocopiadas y repartidas de mano en mano, el equivalente dibujado del cine independiente. Esta es una subcultura, que tiene asumida su condición de underground. Pero también existe, como contrapartida, una poderosa industria, capaz de agotar un millón de ejemplares en el lanzamiento de nuevos personajes, como Spawn, de Todd McFarlane, que llegó con cola: película con efectos digitales, banda sonora con grupos rockeros, poleras y juguetes de la McFarlane Toys (los dibujantes también aprendieron a ser empresarios en Estados Unidos).

Viñetas en el museo: comics y pintura

Pocas horas después me encontraba volando sobre el Atlántico, con destino a la ciudad de Colonia, donde está el Museum Ludwig. Tras una cerveza de medio litro y una salchicha rellena con queso compradas en un puesto ambulante, ya estaba listo para pasearme frente a los cuadros pintados por Roy Lichtenstein en los 60, parecidos a viñetas de comics y donde los colores son formados con puntos Ben Day, que imitan la textura del papel que salía de la imprenta.

Un experto, que no se me despega durante el recorrido, me comenta que cuando Andy Warhol vio esta técnica, robada a los comics y aplicada por Lichtenstein a sus pinturas, exclamó: ¡Dios mío! ¿Por qué no se me habrá ocurrido a mí antes? Permanecí largos minutos observando cómo los procesos industriales para la producción de imágenes se apoderaban de las paredes del museo: escenas de combates aéreos de la Segunda Guerra Mundial, un submarinista mirando por el periscopio mientras se lanzan los torpedos, el Pato Donald y Mickey Mouse en una jornada de pesca y enamoradas parejas que dialogan a través de globitos como en cualquier historieta que se precie de tal. Estas son algunas de las obras que hoy forman parte de lo que se conoce como Pop Art o Arte Pop.

Los cuadros verdaderas viñetas gigantes aparecen también llenos de onomatopeyas. Si una ametralladora dispara, se sobreimprimen las letras: TAKKA TAKKA. El crítico tironea la manga de mi impermeable para acotar que su presentación visual también sugiere el volumen y la ronca brutalidad del sonido.

Lo dejo hablando solo mientras me fijo en que los peores clichés del comic también tienen su espacio en estas obras: los malos, en las escenas de guerra, lucen una notoria cicatriz y poseen cejas espesas.

A fin de cuentas, me comenta mi insufrible acompañante, Lichtenstein no critica a la cultura de consumo, muestra simplemente cómo es. Y acaba siendo una parodia de sí misma. Estoy a punto de sacar mi Smith & Wesson cuando vemos llegar un grupo de japoneses y él opta por seguir sus pasos, para pontificarles un rato.

Más tarde, en el aeropuerto, reviso fotocopias de algunos apuntes escritos por el propio Lichtenstein, en los que señala que su obra, a fin de cuentas, trata más bien de la definición americana de las imágenes y de la comunicación visual.

Chilenos delirantes: comics en librerías

En Chile, a pesar de no existir una industria, algo sin embargo se mueve. La empresaria Nany Undurraga, que se atrevió a comienzos de los 90 a instalar una librería de comics en calle Moneda, hoy tiene cuatro en la capital y una en Viña.

En una de ellas, Megacrazy All Comics, encuentro vendedores increíblemente informados, como el dibujante Christiano (Cristián Gutiérrez), autor de Pato Yiro y del libro/objeto Ojo Bizarro, uno de los dibujantes en el thriller nacional Sicario y carta fija de La Ruta de los Arcanos, de próxima aparición bajo el sello Ergo Comics. Lo acompaña Zombie (Jorge David) otro dibujante, un tipo sospechosamente parecido al Mr. Pink que hacía Steve Buscemi en Los Perros de la Calle.

Ambos se entusiasman al hablar de los comics, aunque rehúyen clasificarlos como un género. Prefieren hablar de un lenguaje independiente, un medio que tiene vida y códigos propios y que pololea con manifestaciones culturales como el cine y la literatura.

Los historietistas son cineastas pobres, acota Christiano.

Me muestran la adaptación de Craig P. Russel para la ópera La Flauta Mágica, de Mozart, los decorados de Moebius y los vestuarios de Jean-Paul Gaultier para la película El Quinto Elemento y las historietas sucias de Villemin, el dibujante más prohibido en Europa, capaz de reírse de Hitler y los judíos al mismo tiempo (!!).

El diálogo se torna difícil cuando menciono nombres como Frank Miller, Lorenzo Mattotti o Will Eisner. Cada vez que esto ocurre, caen de rodillas al suelo, gritando: ¡ Maestros!. Otros dibujantes chilenos también anotan goles al estilo Salas o Zamorano en el mercado europeo. Félix Vega editó Juan Buscamares en varios idiomas.

Por el lado under, existen grupos como el colectivo Kiltraza, compuesto por diseñadores teatrales que editan su propia revista.

Para Christiano y Zombie, el aporte a la innovación hecho por el comic pasa, más bien, por una especie de sincretismo cultural. Dejo la librería con una buena colección de expedientes bajo el brazo.

Novelas gráficas: comics y literatura

Una de las mayores sorpresas que me llevé al revisar la evidencia fue descubrir el matrimonio entre el comic y la literatura. Los textos de las viñetas, que a comienzos de siglo eran simples y generalmente humorísticos, han dado paso a guiones tan complejos que no tienen nada que envidiar a un largometraje.

Frank Miller es capaz de contar la vida de Batman desde una decena de puntos de vista distintos en El Regreso del Señor de la Noche. Hasta los medios de comunicación se incorporan como un verdadero coro griego, donde cada canal de TV entrega una visión fragmentada de la historia, en un mundo en que la objetividad ya no existe. Incluso los personajes hacen zapping y en cada viñeta aparece un narrador distinto. Genial.

Frankenstein es otro buen ejemplo de este exitoso enlace. El texto de la novela de Mary Shelley aparece completo, en su versión original, pero complementado y amplificado por las soberbias ilustraciones en blanco y negro de Berni Wrightson. Antes de hacer su película, Kenneth Brannagh le mostró las ilustraciones a su director de arte y le dijo: Esto es lo que quiero.

Tomo al azar otro comic-book: La Balada del Mar Salado, de Hugo Pratt. Allí presenta a Corto Maltés, el más cool de todos los marineros. Antes de morir, la escribió también como novela, demostrando que la ruta de las adaptaciones puede correr en ambos sentidos. Otros guionistas y/o dibujantes reconocidos por su talento literario son: Grant Morrison, John Byrne, Lorenzo Mattotti y Michelanxo Prado. Ellos no publican libros de historietas. Las editoriales los presentan como novelas gráficas.

Sinfonías oscuras: comics y música

Llegué exhausto a mi departamento y, mientras agotaba una botella de bourbon, decidí darme un banquete de comics y música. Empecé con Akira, la banda sonora del filme de monos animados de Katsuhiro Otomo, pero me duró poco: demasiado épica, apocalíptica y onírica, como para tener pesadillas.

En todo caso, debajo de cada japonés adicto a la violencia se esconde, al parecer, un romántico. Otro largometraje de dibujos animados, Porco Rosso, de Hayao Miyazaki, incorpora a las aventuras de un as de la Primera Guerra Mundial que decide convertirse, literalmente, en un cerdo una serie de canciones en la onda de Casablanca. En una escena de la película publicada también como libro, con hermosos fotogramas en colores uno de los personajes, Madane Gina, canta en su bar una balada titulada Le Temps des Cerises, con letra de J.B. Clement y música de A. Renard.

Batman es un caso emblemático de los frutos que puede dar el cruce entre música y viñetas. Cuando el personaje saltó al cine, de la mano de Tim Burton en 1989, los productores lanzaron una banda sonora oficial con canciones del entonces taquillero Prince. Pero, paralelamente, se editó otro CD con una sinfonía oscura, inquietante y plena de acción, surgida de la mente de Danny Elfman, un ex músico pop de una banda llamada Oingo Boingo. La música de Elfman retrató tan bien a Batman y a los vericuetos de su atormentada personalidad que se convirtió en el himno de la segunda película, Batman Returns, y en la música oficial de la serie de dibujos animados que la Warner produjo, basándose en el look impuesto por Tim Burton.

Otros personajes que recientemente han pasado del comic al cine, pero bailando al ritmo de la música pop, han sido: El Cuervo, Marcianos al Ataque, Hombres de Negro, Mister Magoo, Spawn y Superman, por citar algunos. Las opciones son múltiples y diversas como lo es el género: a veces, con banda sonora ad hoc y otras con grupos metaleros rockeros.

De Moebius a Almodóvar: comics y diseño

Los dibujantes han logrado incursionar en áreas tan amplias como el diseño. Al francés Moebius pertenecen los decorados alienígenas de la película El Secreto del Abismo, de James Cameron.

El y H.R. Giger fueron convocados por Alejandro Jodorowsky a Hollywood, para concebir el universo de la película Duna. El proyecto pasó a manos de otros productores, Jodorowsky no dirigió la película y finalmente quedó bajo la responsabilidad de David Lynch. Pero Giger sorprendió a Hollywood con una creación que va en su cuarta película: el monstruoso Alien. La mano de Moebius está en la ambientación futurista de El Quinto Elemento, donde se codeó con el diseñador de modas Jean-Paul Gaultier, responsable del vestuario de los cientos de extras y de los sostenes con forma de cono que usó la cantante Madonna en los 80.

Algunas portadas de Frank Miller para su serie El Regreso del Señor de la Noche tienen la solemnidad épica y grandilocuente del realismo socialista. Y la versión en dibujos animados de la Warner, con edificios y trajes estilo años 50, ha dado origen a un peculiar estilo que los norteamericanos llaman Dark Deco.

Con el correr de los años, el comic se ha convertido en sinónimo de innovación e irreverencia. Cuando Pedro Almodóvar impacta en sus películas con sus escenografías y vestuarios pop, o cuando jóvenes dramaturgos chilenos como Fernando Villalobos montan sus obras de teatro como La Cocinita, es frecuente escuchar el siguiente comentario, a manera de piropo: Tiene una estética de comic.

Minuto final: Sicario y yo

El misterio de la interacción total de los géneros quedó resuelto pocas horas más tarde cuando, disfrazado de nerd, logré colarme en Jap Animation, la tienda del propio Salfate, un verdadero canto a la posmodernidad en pleno corazón de Providencia. Esculturas del Guasón, poleras, afiches, juegos de rol, maquetas, figuritas, comics, videos, CD, CD-ROM de Star Wars, Akira, mucho manga japonés, todo tipo de objetos kitsch, y un montón de publicaciones con información innecesaria, pero coleccionable, me permitieron confirmar que existía una conspiración en marcha. Todas las pruebas estaban allí, delante de mis ojos.

Alan Moore lo había escrito como ficción en la serie Watchmen. Un antiguo justiciero es asesinado. Sus amigos tienen doce minutos para salvar al planeta del holocausto nuclear. Cada episodio dura un minuto, en tiempo real. En el quinto capítulo, las 15 últimas planchas corresponden a las 15 primeras. Pero no era ficción, era verídico. Miré la hora. El tiempo se agotaba.

Apuré el paso para regresar a mi oficina y cancelar la cita con Walder. No quería verme envuelto en esto.

La primera bala me alcanzó de espaldas, en las escalinatas del Metro. La segunda y la tercera, en las piernas. Cuando me di vuelta, temblando, vi el rostro inescrutable de Sicario, el primer asesino a sueldo de los comics chilenos. Era apenas un adolescente y llevaba lentes oscuros. Todo un profesional. Sin discursos ni pérdidas de tiempo me remató en el estómago y huyó. Mientras me desangraba, recordé que todavía llevaba en el impermeable la lista con las siete obras imperdibles del comic mundial. Sentí pena.Ya no tendría tiempo para leerlas.

 
Revista Correo de la Innovación.
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¿Dónde está la clave?

Con la aparición de la cultura de masas comienza el surgimiento de nuevas formas culturales, en las cuales los medios de comunicación tienen un papel decisivo. Este fenómeno, que fue algo nuevo durante las primeras décadas del siglo y que generó corrientes antagónicas como los apocalípticos y los integrados, ha derivado con el paso de los años en una fusión entre las expresiones culturales denominadas cultas y el Pop Art.

Una fusión que cruza el concepto de posmodernismo, donde se tornan difusas no sólo la separación entre esas dos formas de cultura, sino también los límites entre uno u otro género artístico. Los artistas contemporáneos no sólo ya no citan un pasaje de Bártok o Joyce, sino que prefieren emplear elementos del cine Serie B, de la estética de Las Vegas o viñetas del comic. Nuevas formas artísticas que dan origen a nuevos lenguajes que obligan a nuevas formas de percepción. Quien observa una obra de Roy Lichtenstein no sólo ve una pintura, debe conocer también los códigos del comic. Lichtenstein no sólo emplea viñetas en sus pinturas como una referencia vacía: el comic, su lenguaje, su ubicación en la cultura de masas norteamericana tiene numerosas lecturas y significados.

Podemos pensar que estas nuevas formas de expresión han surgido por una modernidad agotada. Es posible. Pero también puede afirmarse que el arte contemporáneo o posmodernista es un arte con un nuevo estilo, que expresa, quizá, el fracaso de lo nuevo, la incapacidad de liberarse del pasado.

El experto en arte contemporáneo Frederic Jameson afirma que la película La Guerra de las Galaxias es un film nostálgico. ¿Cómo es eso? Obviamente ésta no es una película histórica sobre nuestro pasado intergaláctico, pero sí de aquella época entre los años 30 y 50 cuando proliferaron en Estados Unidos seriales con malvados extraterrestres y héroes y heroínas auténticamente norteamericanos.

Esta teoría de Jameson puede ampliarse a gran parte del cine contemporáneo: el Batman de Tim Burton, En busca del Arca Perdida de Spielberg o Ed Wood del mismo Burton, que recrea la época de las películas Serie B de los 50. O hasta en música: Steve Reich incorpora ruidos y grabaciones de sonidos que evocan momentos históricos determinados, del mismo modo como lo hacen artistas, escritores y cineastas.

Esta fragmentación, esta relectura del pasado, son las innovaciones en el terreno de las artes.

 

HEROES Y SUPERHEROES

  • Yellow Kid Un niño que viste un camisón amarillo es el primer personaje del comic. En 1895 el dibujante Richard Felton Outcault incluyó en esta tira los primeros globos o bocadillos, que parecen emanar de la boca de los personajes y que encierran su discurso.
  • Batman Personaje creado en 1939 por Bob Kane. Con los años, Batman entró en decadencia, pasó de dibujante en dibujante y sólo en 1986 Frank Miller volvió a colocar al hombre murciélago en su pedestal con The Dark Knight Returns, narración futurista con un Batman sexagenario que vuelve para una última limpieza en Ciudad Gótica.
  • Capitán América Símbolo americano por excelencia creado por Joe Simmons y Jack Kirby en 1941 para luchar contra las fuerzas del Eje.
  • Los Cuatro Fantásticos Este grupo con superpoderes apareció en 1961 de los creadores Jack Kirby y Stan Lee.
  • Superman Nacido en el lejano Krypton, se esconde bajo la máscara de un tímido periodista llamado Clark Kent. Superman fue creado en 1938 por Jerry Siegel y Joe Schuster para el primer número de Action Comics.
  • Steve Canyon Creado en 1947 por Milton Caniff, este personaje es un ex as de la aviación que acepta las misiones más arriesgadas y pelea con desalmados traficantes en exóticos y lejanos lugares.
  • Corto Maltés Personaje creado por Hugo Pratt. Anarquista y libertario, Corto es uno de los últimos héroes románticos. Dibujante y guionista italiano autor, entre otras muchas obras, de Una Balada del Mar Salado (1967) y Los Escorpiones del Desierto (1969), Pratt es considerado como uno de los maestros en el dibujo en blanco y negro.
  • Akira A finales de 1982 comenzó la serie Akira, una saga que se desarrolla en un Tokio del 2030 creada por el dibujante y guionista japonés nacido en 1945 Katsuhiro Otomo.
  • Tintín (y Milú) Joven periodista (y su perro) creado en 1929 por el dibujante y guionista belga Hergé. Entre los capítulos más memorables de esta larga saga está El Loto Azul, Objetivo: la Luna, El Asunto Tornasol o Tintín en el Tíbet.
  • Asterix Dibujado por primera vez en 1959 por Albert Uderzo y el guionista René Goscinny, Asterix, junto a su amigo Obelix, recorren y recrean la historia europea desde la invasión de la Galia por los romanos.
  • Fritz, El Gato Blasfemo, mujeriego y drogadicto, este felino creado por Robert Crumb resulta un tipo impresentable. Sin embargo, aunque tenga cero moralidad, ejerció una fuerte atracción en la generación contestataria y en la cultura underground de los 60.
  • Buck Rogers Rogers aparece en 1920 y es considerado como el primer superhéroe de ciencia ficción de la historia del comic.
  • Flash Gordon Atleta diplomado que lucha contra un universo plagado de extraterrestres monstruosos, Gordon fue lanzado al mundo en 1933 con la misión de competir con Buck Rogers.
  • Fuentes: Diccionario del Comic. Larousse, Diccionario de Superhéroes, Lorenzo Díaz, Biblioteca Dr. Vértigo.

 

Los imperdibles

1. Sin City, de Frank Miller. El Peckimpah del cómic produce un thriller en blanco y negro premiado como lo mejor de 1992 en Estados Unidos.

2. Dark Knight Returns, de Frank Miller. Stephen King la consideró la mejor obra del comic art jamás publicada en edición popular.

3. Trazo de Tiza, de Miguelanxo Prado. Toda la luz del Mediterráneo en una historia dibujada al pastel y plagada de silencios y equívocos. La conjunción perfecta, según Christiano.

4. El comic y el arte secuencial, de Will Eisner. El creador de Spirit, el detective con antifaz, enseña sus secretos, de capital importancia según un experto de la Universidad de Cincinnatti para los interesados en llegar a ser narradores, ya sea por medio del comic, de películas, de novelas o, si me apuran, hasta de música. Eisner daba este curso en el New York's School of Visual Art.

5. El Incal. Dibujos de Moebius y guión del chileno-universal Alejandro Jodorowsky. Luc Besson me robó el Quinto Elemento, lloró Jodorowsky, al ver su historia, con otro nombre, en la pantalla grande. Ahora disparó primero : Hollywood filmará su nuevo éxito, La Casta de los Metabarones.

6. Asilo Arkham. Guión de Grant Morrison y dibujosacuarelasfotostexturascollagesintervenciones varias de Dave McKean. Batman va al sicoanalista.

7. El cosmógrafo Sebastián Cabotto, de Lorenzo Mattotti. Dibujante que ha sido portada de Time, ofrece en cada viñeta un cuadro, una pequeña obra de arte al pastel.

En el tintero: Gérard Lauzier, cínico detractor tanto de neonazis como de izquierdistas renovados, seducido por el teatro y el cine; el argentino Alberto Breccia, adaptador de Poe, Sábato y Lovecraft, que no es poco; Enki Bilal, siempre desconfiando del poder y los políticos; André Juillard, con El Diario Azul; Nine, con sus ratonas y gallinas sospechosamente humanas; Mike Mignola, que llevó al comic el Drácula de Coppola y que ha hecho el mejor Alien tras del diseño original de Giger (¡muérete de envidia, Sigourney Weaver !).

Y un largo etcétera...