Director del Centro de Innovación Avanzada (AIC):

La operación humanitaria de Zolezzi: llevar agua potable a 1.000 millones de personas

Su meta es ambiciosa y de alcance global: llevar su purificador de agua -Plasma Water Sanitation System (PWSS)- recién certificado en Estados Unidos, hasta aquellas regiones del mundo donde no hay agua potable, para dotarlas de un suministro constante y de bajo costo, a través de un trabajo con prestigiosas fundaciones.

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No hay que pedirle permiso a nadie para innovar y cambiar las cosas. No podemos esperar que el Estado haga todas las cosas por uno.

Inquieto y siempre con un afán de hacer cosas por los otros, Alfredo Zolezzi se encontraba trabajando en un proyecto relacionado con la industria del petróleo cuando se encontró con un dato de Naciones Unidas que le cambió el rumbo de sus acciones. Actualmente, cerca de 1.000 millones de seres humanos no tienen acceso a agua potable, lo que genera severos problemas de mortalidad y salud, en especial en las regiones más subdesarrolladas. “Que ellos nos tengan que recordar un dato como ése, significa que algo está funcionando muy mal en todo el mundo”, dice.

Desde entonces, hace poco más de tres años, este diseñador industrial decidió someter el problema de la falta de acceso al agua potable al modelo de innovación que trabajan en el AIC. Las primeras pruebas de lo que sería su plasma las realizó en el Estero Marga-Marga donde hicieron pasar donde agua contaminada por este dispositivo y vieron con mucha alegría que, finalizado el proceso, quedaba completamente potable, cumpliendo la norma sanitaria chilena. Todo certificado por el Departamento de Investigaciones Científicas y Tecnológicas de la Universidad Católica (DICTUC).

En conversación con Innovación.cl, Zolezzi cuenta cómo ha sido su trabajo y los ambiciosos objetivos que tiene con su revolucionario purificador de agua.

- ¿De qué se trata, exactamente, el Plasma Water Sanitation System (PWSS)?
- Es un purificador de agua de bajo consumo, que es capaz de eliminar gérmenes y bacterias del agua contaminada, ocupando sólo 100 watts de energía para sanitizar 35 litros de agua en 5 minutos. Funciona a través de tecnología en base a plasma, que elimina la totalidad de los virus, bacterias y gérmenes, dejando el agua limpia y apta para el consumo. Es capaz de sanitizar más de 10.000 litros de agua al día a un costo de 0,05 centavos de dólar por litro.

- Después de estás pruebas, hicieron un proyecto piloto, ¿no?
- Así es. El primer prototipo del PWSS fue instalado en el Campamento Fundo San José de Cerrillos hace dos años, iniciativa que benefició a 19 familias que antes se abastecían de agua sólo a través de camiones aljibes. Ahí obtuvimos óptimos resultados y constatamos un impacto inmediato en la calidad de vida de las personas. La gente, por primera vez en 20 años, pudo tener agua potable, lo que desencadenó otras externalidades positivas: dejaron de enfermarse, lo que se demostró con que las visitas a los consultorios bajaron a casi cero; dejaron de hervir el agua y dejaron de gastar dinero en agua embotellada, lo que les permitió utilizar eso dineros para cubrir otras necesidades. Hubo un impacto social inmediato, medible y concreto en las personas.

- Una vez que comprobaron que el plasma funcionaba, ¿cuál fue el siguiente paso?
- Básicamente, escalar la idea y obtener una validación internacional que recientemente tuvimos en Estados Unidos, a través de la National Science Foundation (NSF). Los resultados fueron espectaculares, mucho mejores de lo que esperábamos porque hace 30 años, cuando se inventaron las lámparas UV, que no surgía una tecnología que matara virus y bacterias. Hasta ahora no se había desarrollado una que matara el 100% de estos agentes patógenos en una sola pasada. Por eso, estamos contentos y muy orgullosos de lo realizado y por haber puesto a Chile en el radar internacional de la innovación.

- ¿Por qué la necesidad de validar el plasma en el extranjero?
- Cada vez que hablábamos con empresas para ver la factibilidad de trabajar con ellos para la implementación del plasma en los lugares donde más se necesita, era inevitable que nos preguntaran quién había validado el prototipo y hecho las pruebas. Si les decíamos que con el Dictuc de Chile, por muy bueno y prestigioso que sea, si no es conocido por muchas de las empresas internacionales, lo más probable es que no nos consideraran mucho. Por eso, pregunté a muchas de ellas, qué organismo es el que ellos reconocen de manera universal, y me dijeron que si les llevábamos un certificado de la NSF, no tenían nada que objetar. Así que nos sometimos de manera voluntaria a ésta en Estados Unidos, pidiéndoles que verificaran la eficacia de nuestro sistema, con los resultados ya descritos.

UN PLAN AMBICIOSO

- Con la validación internacional conseguida, ¿Qué pretenden hacer con el Plasma Water Sanitation System (PWSS)?
- Las necesidades son urgentes y muchas. Son millones las personas que necesitan hoy agua potable en todo el mundo. Por eso, si somos cuidosos e inteligentes, debiéramos poder llevarles esta tecnología en un breve plazo. Para el primer semestre del próximo año queremos estar en una etapa de despacho del plasma en las regiones con mayores necesidades. Para lograrlo, estamos en conversaciones con la Fundación Avina, los que aceptaron el desafío de organizar a un grupo de fundaciones de prestigio y con alcances globales, que hacen trabajo social por todo el mundo. La idea es entregarles una licencia del plasma, sin costo, para que se implemente una operación humanitaria a gran escala, quizás la más grande que se ha organizado jamás.

- ¿Les va a regalar la licencia?
- Lo usual y estándar es que la tecnología se desarrolle y se venda, que no es lo que haremos nosotros. Nuestro modelo de negocio busca primero asegurar que este plasma le llegue a las persona que lo necesitan y después nos vamos a enfocar en pensar en ganar dinero. Por eso, nos hemos propuesto demostrar que la innovación tecnológica es una respuesta a una necesidad social urgente. Queremos estar a la altura del desafío y pienso que la manera de hacerlo es llevando esta tecnología a quienes más lo requieren.

- ¿Siempre lo pensó en esos términos?
- Pienso que Dios me permitió nacer, tener educación y desarrollar ciertas capacidades y talentos. Yo no soy ningún genio, pero invento cosas. Por eso, creo que si no nací en lugares desfavorecidos, no es para pasarlo bien y juntar dinero. Creo que Dios quiere algo conmigo, y creo que se trata con esto de hacer cosas por los demás. Entonces, cuando sienta que estoy cerca de cumplir ese objetivo, puedo dedicarme a lo otro y pensar en mi. Por eso, si sólo vendo la tecnología y me dedico a ganar dinero, no estoy cumpliendo con lo que creo. Además, tengo que ser consciente de mis limitaciones. Cómo podría un tipo como yo, que no tengo el dinero y vivo en Viña del Mar, tener la capacidad para llevar esta tecnología al resto del mundo sin la ayuda de terceros. Es por ello que me asocié con Avina para armar este conjunto de fundaciones, para reunir un gran stock de capital, para llevar esto al resto del mundo. Por eso, hay que aprovechar que estamos en Chile donde en los últimos años se ha promovido la innovación y el emprendimiento como en ningún otro país de la región.

- A propósito del ecosistema innovador chileno, ¿cuál es su evaluación de éste?
- Chile está haciendo algo muy inteligente: innovación con sentido, lo que significa que está promoviendo la innovación y el emprendimiento de una manera muy fuerte y, al mismo tiempo, también está promoviendo con fuerza la innovación social, con líneas dedicadas en exclusiva a eso, como el caso de Corfo, que creo que es único. Y cuando ambas fuerzas se ponen en paralelo, hay un minuto en que ambas comienzan a converger y cuando ello ocurre, comienza a suceder lo que nosotros llamamos innovación con sentido, que se da cuando a una innovación se le pone el corazón detrás. Creo que ese fenómeno hoy no se aprecia, pero en pocos años más vamos a mirar atrás y podremos constatar la tremenda decisión estratégica que fue desarrollar y potenciar la innovación y el emprendimiento en Chile. Yo creo que eso ya está ocurriendo en Chile y el ejemplo nuestro es prueba de ello.

EL AVANCE EXPONENCIAL DE CHILE

- ¿Nota avances importantes?
- El ecosistema chileno se ha pegado un salto tremendo no en los últimos años, sino que en los últimos doce meses, con ejemplos potentes y muy claros: surgió Socialab; Asech; se crearon una gran cantidad de nuevas empresas; se avanzó en lograr la plataforma para crear empresas en un día, además de nuestro propio caso. Todo eso, comparado con los doce meses anteriores, es un salto enorme y exponencial. Lo que quiere decir que estamos en la ruta correcta. Y respecto del tamaño de nuestro ecosistema, yo no lo mediría según el número de personas que lo componen, sino que por el impacto potencial que hay. Y creo, que se trata de algo que está funcionando. Y lo constaté en una conferencia que di en la Universidad de Berkeley a 25 ejecutivos de una provincia de China, a quienes le dieron permiso para utilizar modelos de innovación distintos a lo que ocupan tradicionalmente allá. Estaban fascinados con lo que les contábamos de Chile. Tanto así, que van a venir a nuestro país a conocer y replicar lo que estamos haciendo acá. Lo que demuestra que nuestro ecosistema ya partió y está creciendo de manera exponencial.

- ¿Cree usted que la innovación está respondiendo a las necesidades sociales que cada vez se visibilizan más?
- La innovación ya no puede ser pensada como una necesidad, sino que como un imperativo. Los problemas sociales agudos que vemos hoy se arrastran hace siglos y veos como los modelos económicos, políticos y las ideologías no han podido dar respuesta a estas necesidades. Es cosa de mirar el planeta y ver que no se puede pretender hacer las cosas de la misma manera como se hacían en el pasado. Los movimientos sociales que vemos en el mundo, explotaron porque se juntó el desarrollo tecnológico de las comunicaciones con el empoderamiento que eso les ha dado a las comunidades, y la posibilidad de democratización del acceso a la información. No hay que pedirle permiso a nadie para innovar y cambiar las cosas. No podemos esperar que el Estado haga todas las cosas por uno.

- ¿Ése es el modelo que han aplicado en el AIC?
- Creo que el gran acierto nuestro no es el plasma. Es el modelo de innovación que hemos desarrollado y que me ha permitido hacer trabajo anterior con el petróleo y ahora con el plasma. Se trata modelo que se caracteriza por nuestro afán de compartirlo de forma gratuita con quiera utilizarlo. La Fundación Avina va a pagar la publicación del modelo y nosotros lo vamos a regalar a quien quiera usarlo con fines sociales. Actualmente, estamos escribiendo el paper sobre el modelo para publicarlo cuando esté listo y también queremos transformar este modelo en una aplicación que se pueda descargar. En unos 24 meses va a estar listo y creemos que se trata de un trabajo de clase mundial.

- ¿Llama la atención que un invento tan innovador y con alcances globales sea desarrollado por un equipo tan pequeño y lejos de los grandes centros mundiales?
- Bastante, porque se trata de un importante cambio tecnológico, que generalmente está asociado a grandes corporaciones y no a personas o grupos pequeños como nosotros. Asombra mucho que sea una persona la que controla esto. Pero, lo importante es lo que vamos a hacer con esta tecnología, más allá de la innovación misma que supone el propio plasma.

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