Emprendedores comparten sus experiencias:

Errores en el emprendimiento, un tropiezo que enseña

No considerar las reales necesidades de los clientes, validar el proyecto sin un sólido respaldo o conformar equipos de trabajo de forma poco prolija son parte de las equivocaciones más comunes dentro del emprendimiento. Se trata de errores que nadie quiere cometer, pero saber enfrentarlos y superarlos puede ser la diferencia entre caer o alcanzar el éxito.

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Pablo Ambram, de Agent Piggy: “Ni se les ocurra hacer como yo, que partí un mes a Silicon Valley pensando que en ese tiempo iba a conseguir los fondos necesarios. Eso no existe porque fui a pasear”.

Incluso el gran Steve Jobs reconoció importantes equivocaciones al momento de emprender y crear. Es que aunque ningún emprendedor quiere equivocar el camino, fallar es inherente a la actividad humana, de la que obviamente el emprendimiento no escapa. Por eso, está siempre presente la consigna de equivocarse rápido y barato, para que el proyecto no corra riesgos innecesarios.

Emprendedores y expertos comparten con Innovación.cl sus experiencias y puntos de vista sobre las implicancias que tiene la equivocación dentro de la actividad emprendedora. Coinciden en que se trata de importantes aprendizajes que conforman un importante capital para emprender nuevo proyectos.

A veces uno ha elegido personas que pueden ser muy buenas en lo que hacen, pero que no calzan bien con la cultura del equipo. Eso es muy malo porque se generan problemas adentro y el trabajo no marcha como uno quisiera”, dice Pablo Ambram, creador de Agent Piggy, emprendimiento destinado a promover una educación financiera a los niños. Por eso, cree mejor tener a alguien que pueda no ser tan bueno o con tanta experiencia, pero que sí se compenetre bien con la cultura de la empresa y se le pueda orientar y mentorear. Considera que ese tipo de habilidades son más importantes de rescatar dentro de una startup.

Respecto de la necesidad de armar sólidos equipo de trabajo, Natalia Fouillioux, creadora del sitio Tu clóset, mi clóset, revela que una de sus principales errores de este emprendimiento nacido de un taller electivo de la Facultad de Economía de la Universidad de Chile, fue conformar un equipo con compañeras de curso que no tenían su misma motivación y que sólo iniciaron el camino como parte del taller. “Sólo yo tuve la determinación de seguir adelante y me fue muy difícil hacerlo sin un equipo bien armado”, dice Natalia, quien también confiesa otra importante equivocación: haber perseverado en un emprendimiento relacionado con una temática que no le apasiona mayormente, como es la moda y la ropa. “Nunca me he sentido cerca del vestuario o estar muy preocupada de qué ponerme y emprender un proyecto relacionado con algo que no me apasiona no es bueno porque pienso que los emprendimientos a uno lo tienen que seducir en todas las formas”.

El valor comercial de los proyectos
Con una mirada que mezcla el conocimiento teórico como académico y su camino de emprendedor, Tadashi Takaoka, creador de la plataforma Supermanket, revela una importante falla, también relacionada con el equipo. “Cuando comenzamos, nos pusimos de acuerdo en que sólo uno de los socios tuviera una labor full time. Gran error, pues un emprendimiento, y más cuando se comienza, debe reunir los mejores esfuerzos por parte de sus socios y no sólo los tiempos que pueden”, dice. Además, cuenta que dos de los tres socios fundadores tienen la misma formación profesional (ingenieros industriales), lo que cree que puede generar una confusión sobre los roles y competencias de cada uno de ellos.

Dice Tadashi que lo que mata a los emprendimientos es pensar que tienen una solución muy valorada por la gente y no considerar que no todos solucionan una real necesidad, además de tener poco valor comercial. “He visto a muchos emprendedores que tienen una idea y piensan que es de calidad porque le preguntaron a un par de personas, que les dijeron que se trataba de algo bueno. Se llenan de validaciones que no siempre son correctas y pierden de vista también que siempre existen soluciones alternativas a lo que están ofreciendo”. Dice que muchos creen que es una pérdida de tiempo el trabajo de validación de sus productos y clientes y quieren comenzar rápido. Cuenta que ha visto algunos que les da lata acercarse a algunas de las metodologías como el Lean Start-up.

Jorge Parada, y Mauricio Rojas son dueños de Fundoz, emprendimiento dedicado a la generación de soluciones basadas en la innovación para empresas de distintos rubros. Cuentan que al comienzo cometieron el clásico error de crear un producto y perfeccionarlo sin antes haber salido a ofrecerlo y validarlo en el mercado. “Afortunadamente, aprendimos que es clave salir a vender, buscar clientes y tener reuniones. Eso nos fue acercando para tener resultados concretos en las ventas y ser capaces de desarrollar productos y servicios que el cliente quiere”. En respuesta a ese equivocado enfoque ahora se concentran en concretar reuniones, escuchar clientes y luego realizar las propuestas, que califican de innovadoras.

Ideame es una plataforma que utiliza el crowdfunding (financiamiento colectivo) para que inversores apoyen con sus recursos a los proyectos que estimen más interesantes. Su CEO, Luis Ortiz, cuenta que uno de sus principales errores lo constituyó el hecho de no haberle dado valor a la compañía y vender acciones a precio muy bajo para poder iniciar el proyecto. “A veces vale la pena esperar un poco y no vender muy barato”, dice Luis, quien también cree necesario considerar al menos un 30% más de recursos para financiar el emprendimiento, sin importar lo acertados que uno crea que son los primeros cálculos financieros. “Ese margen permite pagar cualquier eventualidad que surja”.

En la misma línea de cuidar los recursos siempre escasos, Ambram, reflexiona sobre equívocos cometidos por él y otros emprendedores que no han considerado cuánto tiempo les queda de recursos y preocuparse sólo al final de levantar nuevo capital. “Caí en eso al final de mi periodo en Start-Up Chile, porque a última hora me puse a pensar en buscar nuevos fondos. Y tengo un montón de conocidos a los que les ha pasado algo similar. Así que ojo con eso, porque la sangre de toda startup es la plata y si no la tienes, no puedes cumplir con las obligaciones, como pagar los sueldos”. Dice que la vida de las startups son meses, semanas o incluso, días y que por eso es necesario buscar las alternativas de financiamiento y enfrentar con suficiente antelación el momento en que escaseen los recursos.

El marketing y el modelo de negocio
Tadashi vislumbra como un error clásico –cometido por él y otros emprendedores– darle escasa trascendencia al marketing y realizar poco trabajo investigativo al respecto. “El marketing suele ser visto a la ligera, pero es primordial. Creer que sólo teniendo un community manager dedicado a promocionar el emprendimiento vía Facebook o Twitter el trabajo está hecho, es un error enorme, porque si no te encargas que realmente la gente te conozca, ese trabajo no genera retorno y no sirve”, reflexiona.

Otro importante dato lo aporta la creadora de Tu clóset, mi clóset, quien comparte su experiencia de haber intentado con un modelo de negocio que funcionaba perfecto en Australia, pero que en nuestro país no funcionó. “Que los clientes usen un sistema de intercambio y trueque de prendas, en Australia fue bien asimilado, pero en Chile no hubo caso y tuve que cambiar el modelo a otro de compra y venta de ropa. “Entendí que no puedo repetir de forma literal un negocio que funciona perfecto en otra parte, porque las costumbres son muy diferentes”.

A los que quieran ir a Silicon Valley a cumplir el ‘Sueño Americano’, Ambram les hace una advertencia: “Ni se les ocurra hacer como yo, que partí un mes allá pensando que en ese tiempo iba a conseguir los fondos necesarios. Eso no existe porque fui a pasear”, dice. Cuenta que levantar dinero en la meca del emprendimiento es una tarea muy difícil. “Es como ir a buscar una esposa, porque uno “se casa” con los inversionistas. Hay que conocerlo y saber cómo trabaja, porque se trata de gente que se va a meter en el directorio, te va a dar instrucciones y mentoreo, además del dinero”. Explica que esa “novia” no se consigue en un solo día en Estados Unidos y que se requiere desarrollar una relación de meses e incluso, de años con los inversionistas. Por eso piensa que es una ilusión creer que por el hecho de caerle bien a un inversor, éste vaya a soltar la chequera. Y agrega que ellos ponen el dinero en gente que tengan cerca y con la que puedan juntarse en forma periódica y preguntar cómo va el negocio. “Si ellos están en Silicon Valley y uno en Chile, la cosa no va a funcionar. Les gusta que uno esté cerca y al alcance de la mano. No sirve ir sólo un mes, sino que al menos cinco o seis meses para que confíen en uno”, sentencia.

Saber detenerse a tiempo es otra máxima aprendida por Fouillioux, quien dice que no manejar esa variable implica perder dinero y tiempo. Es por ello que aconseja tener la capacidad de pensar que si a determinada fecha no se consiguen los resultados esperados, es mejor detener el proyecto y utilizar la experiencia ganada durante el proceso para desarrollar nuevos emprendimientos.

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