Marcelo Díaz, presidente de ChileIncuba:

“Hay incubadoras a las que les cuesta más asimilar los cambios”

Consciente del cambio de paradigma que se está dando en el mundo de las incubadoras de negocios en Chile, el máximo dirigente de esta agrupación gremial que congrega a 13 incubadoras siente amoldarse a los nuevos requerimientos es fundamental para conseguir el objetivo principal de éstas: que al emprendedor le vaya bien.

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Marcelo Díaz: "La industria de las incubadoras de Chile aplaude el SSAF y todas las herramientas que ayuden al éxito de nuestros emprendedores".

Aunque no ha resultado del todo fácil para las incubadoras acomodarse a las nuevas reglas que está poniendo Corfo, dada la dispar naturaleza y conformación de éstas, existe un meridiano consenso en que los incentivos puestos desde el Estado se condicen con las necesidades de hacer que los emprendimientos tengan el éxito esperado, de manera que agreguen valor a la economía y generen puestos de trabajo.

El máximo dirigente de ChileIncuba se muestra optimista en cuanto al futuro de las incubadoras de negocios, por cuanto, tras pasar “momentos complicados”, al sentir que su labor no era bien valorada, ahora están desarrollando un mayor trabajo de difusión para que el ecosistema emprendedor se entere que, entre otras cosas, ChileIncuba recibe más de 2.500 proyectos al año.

A continuación Marcelo Díaz, quien también es la cabeza de IncubaUC, comparte con Innovacion.cl algunas reflexiones sobre el recorrido y desafíos de las incubadoras en nuestro país.

- Corfo, a través de diversas herramientas como el Subsidio Semilla de Asignación Flexible (SSAF), busca que los incentivos en las incubadoras estén puestos en conseguir buenos resultados con los emprendimientos. ¿Cómo toman en ChileIncuba este cambio de paradigma?
- La industria de las incubadoras de Chile aplaude el SSAF y todas las herramientas que ayuden al éxito de nuestros emprendedores. Siempre hemos estado de acuerdo con los instrumentos de Corfo que pone en el mercado, porque nos parecen que van por el camino correcto. Eso sí, es claro que existen incubadoras a las que les ha costado adaptarse del antiguo modelo paternalista, en que se recibían dineros por cada emprendimiento que uno presentaba en Corfo, al actual, en el que, para conseguir los recursos, se deben mostrar resultados.

- ¿Por qué ocurre eso?
- Hay incubadoras a las que les ha sido más difícil asimilar estos cambios porque algunas pertenecen a una universidad, otras a organizaciones con fines de lucro. No es llegar y decir que se va a cambiar. Además, los directores no siempre son personas que miren con buenos ojos esto de innovar. Hay que considerar también que, al final, hay un emprendedor detrás de estas incubadoras, que es la persona que tendrá los problemas si éstas no andan bien. Por eso pienso que, más allá de Corfo y las incubadoras, lo que realmente importa es el destino que tengan los negocios que se están emprendiendo. Que a ellos les vaya bien.

- El cambio en la manera en que el Estado, a través de Corfo, se relaciona con las incubadoras, ¿se debe a que éstas no han sido exitosas?
- Uno de los grande dilemas que siempre hemos tenido es que la manera de medir el éxito del proceso de incubación de los negocios en Chile nunca ha estado muy claro. Hablamos de una industria que aún está en pañales, pese que la más antigua tiene ya 16 años. Desde un comienzo funcionamos haciendo lo que Corfo nos iba pidiendo, aunque la estatal no siempre supiera hacia dónde apuntaba el trabajo con las incubadoras. Antiguamente se confundía mucho el rol de la incubación de negocios con la transferencia tecnológica. Lo que es igual a mezclar peras con manzanas. Nos definimos como agregadores de valor. Somos aceleradores de procesos y hacemos que las cosas pasen. Otro rótulo que nos ponen es que somos intermediarios entre Corfo y los emprendedores, rótulo que me carga, porque nos hace ver como unos verdaderos “chupasangres”. Lo que nosotros hacemos es ver si el proyecto puede ser exitoso, con la menor cantidad de dinero posible. Somos la institución capaz de ver de forma muy rápida si el emprendimiento va a ser exitoso o no y con la menor cantidad de dinero posible. En tres meses podemos decir si el proyecto es viable o no. Si no va a tomar vuelo, es decisión del emprendedor qué va a hacer.

- ¿Es verdad que las incubadoras han recibido muchas críticas por lo lento de los procesos?
- Efectivamente. Hubo un momento en que las quejas por la lentitud de los procesos nos llegaban a las incubadoras y decían que nosotros éramos los malos. Muchos emprendedores se quejaron de nosotros ante Corfo, cuando lo único que hacíamos era entregarle los papeles a Corfo. Con eso no quiero decir que fuera todo 100% perfecto de parte de nosotros, pero sí ha habido problemas de burocracia, incluso hoy que reconocemos se ha hecho un importante trabajo por contar con trámites más expeditos y cortos. Pero claro, entendemos el trabajo de Corfo de hacer su labor con recursos públicos, por lo que resulta imprescindible contar con todos los resguardos del caso.

- ¿Sienten una excesiva burocracia?
- Desde siempre, nuestra pelea ha sido contra la burocracia de los procesos. El promedio de asignación de recursos entre el capital del Semilla1 con el Capital Semilla2, hasta el año pasado era de 18 meses. Entonces, puede darse el caso que a un emprendedor le pasan $5 millones para un estudio de mercado y 18 meses después le entregan más recursos. Tiempo en el que ese estudio estará ya obsoleto. Con el agravante que, durante ese lapso, el emprendedor se haya quedado sin recursos frescos, capital de trabajo. En definitiva, sin proyecto. No obstante y pese a estos asuntos puntuales, las líneas de Semilla1 y Semilla2 nos gustan mucho.

- ¿Qué problemas han encontrado las incubadoras?
- Muchas de ellas soñaron con un determinado modelo de negocio, pero se encontraron con un ecosistema que no tenía los emprendedores adecuados para ese modelo. Y en ese camino, algunas debieron cerrar. Por ello, lo que ha ido ocurriendo es que las incubadoras se han ido especializando en atender cierto tipo de emprendedores. Por ejemplo, en IncubaUC están enfocados principalmente en desarrollar proyectos tecnológicos de escalamiento global. De igual modo, las incubadoras zonales o de regiones se han especializado en actividades propias de los lugares de donde son. Por ejemplo, asociadas a industrias locales como la minera, acuicultura u otra. El mercado nos ha ido modelando y opera la ley del más fuerte. Unas se han hecho fuertes, otras progresan, otras han desaparecido. Y lo que hace la asociación es compartir las buenas y malas prácticas, para aprender de los errores cometidos.

- ¿Cuándo una Incubadora es exitosa?
- Saber cómo medir a una incubadora si es exitosa, no es una tarea sencilla. En el modelo antiguo se medía de forma subjetiva por la “calidad” de los proyectos presentados a Innova-Corfo. Todo quedaba bajo el escrutinio del comité evaluador de InnovaCorfo y se daba el caso que había incubadoras mejor miradas que otras, por razones poco objetivas. Se ha dado el caso de incubadoras con criterios estrictos en los proyectos a aceptar que no llegan a fin de año, porque son muy pocos los proyectos que cumplen con sus estándares. Y las instituciones que las apadrinan les pueden llegar a decir que con ellos pierden dinero y les cierran la incubadora. Un escenario muy complejo. En cambio hoy, para saber si una incubadora tiene éxito, hay que fijarse en la cantidad de capital privado que se está levantando para el emprendimiento. Esa es una medida universal para incubadoras de negocios de alto valor, al menos en el ámbito tecnológico. Y en aquellas que se abocan al desarrollo y fomento productivo, además del capital, hay que fijarse en la generación de empleos y revisar los niveles de facturación que están teniendo. Con eso, se ve claramente si se está generando o no un valor para la sociedad.

- ¿Es difícil decirle a un emprendedor que su proyecto no es viable?
- No es una situación fácil, pero significa un importante ahorro de tiempo y recursos decirle con antelación que el proyecto no tiene futuro. Así le evitamos un posible gran endeudamiento y, lo más probable es que ese emprendedor, agradecido por el oportuno consejo, vuelva a futuro con otro proyecto. Tenemos muchas historias de emprendedores que han regresado y le han “pegado el palo al gato”. Por eso siempre digo que para tener espíritu emprendedor, hay que saber escuchar. Y no ser tan terco como para desoír lo que va diciendo el mercado. Además, les hacemos ver que Corfo es un medio para alcanzar los objetivos, no un fin. Porque hemos visto personas que se acercan a una incubadora con el propósito de asegurarse un sueldo por un año. A ellos, los sacamos rápidamente porque la idea no es esa, sino hacer prosperar los emprendimientos. No puede ser otro nuestro foco.

- ¿A qué aspiran las incubadoras en el futuro cercano?
- Aspiramos a hacer sustentable económicamente a las empresas, basado en el éxito comercial de esos emprendimientos. Nos planteamos en el escenario de no cobrar o cobrar poco, pero el emprendedor, cuando tenga éxito deberá compartir parte de las ventas o de las ganancias obtenidas. Ese es el modelo que se está usando. Y ha tenido una muy buena recepción.

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