Francisco Martínez

Director de estudios de MMC Consultores

La inteligencia de una “smart city”

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Las últimas semanas hemos podido leer en la prensa los heraldos y primeras apariciones de un tema que probablemente ocupará un espacio clave en la agenda pública de los años venideros: las ciudades inteligentes. Este tema resulta en especial atractivo para una capital como Santiago: cualquier oferta de inteligencia es bien recibida tras décadas de crecimiento urbano desregulado y traumáticas transformaciones en el sistema de transporte público.

En esta línea, la instalación del proyecto piloto “Smartcity Santiago” en Huechuraba busca (de)mostrar a los ciudadanos y autoridades las bondades de integrar tecnologías de vanguardia en la vivienda, la gestión de energía, el transporte y las comunicaciones. Sin duda la implementación a gran escala de estas tecnologías podría mejorar la calidad de vida de miles de personas y, a nivel sistémico, acercarnos a un modelo de desarrollo más verde y sustentable.

Proyectos en esta línea son sumamente atractivos. Pero todavía falta.

Las relaciones entre el desarrollo urbano, la creatividad y la innovación han sido objeto de estudio para urbanistas, sociólogos y economistas en la última década. De acuerdo a expertos como Richard Florida y Charlotta Mellander, las ciudades que desean convertirse en polos de creatividad e innovación deben articular su estrategia de desarrollo urbano para atraer capital humano avanzado, fomentar la asociatividad y estimular la apertura a la diversidad a través de la industria del arte y entretenimiento. La nueva generación de trabajadores altamente calificados tiene mayor predisposición y facilidades para viajar por el mundo en busca de mejores oportunidades laborales, mayor espacio al intercambio de ideas y mejor calidad de vida. Programas como Start Up Chile ahora compiten con múltiples ciudades del mundo para atraer emprendedores con alto potencial.

Si buscamos convertir Santiago en una ciudad inteligente, debemos complementar las infraestructuras de energía, transporte y comunicación con capital humano. No podemos olvidar que la inteligencia colectiva reside -en última instancia- en las personas y las dinámicas sociales que ellas generan.

Columna publicada en Diario Pulso

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